aran un rincón del municipio de Ansermanuevo, donde las montañas se entrelazan con la tierra y el aire fresco acaricia el alma, se encuentra Vizcaya, una finca que es mucho más que un simple terreno agrícola. Es un paraíso ambiental, donde la naturaleza y la vida se unen en un abrazo de armonía y respeto. Aquí, los árboles de naranjas, limones y aguacates crecen sin químicos, y el susurro del viento se mezcla con el canto de las aves. Vizcaya es un lugar que late con la energía de la tierra y los sueños de quienes han trabajado para preservarla.

¿Quién es María del Pilar Cadavid?

Un legado familiar de conciencia ambiental

Desde 2010, María del Pilar Cadavid ha vivido en Vizcaya, un legado de la familia de su esposo, Luis Eduardo Ramírez Galvis, quien con su visión ambientalista plantó las semillas de lo que hoy es una finca modelo de sostenibilidad. Luis Eduardo fue un hombre que amaba la naturaleza y dedicó su vida a la protección del medio ambiente. Ya antes de ser dueño de la finca, formaba parte de grupos de protección ambiental y sembraba árboles nativos, acción que continuó con fervor durante toda su vida.

Aunque Luis Eduardo ya no está en este plano terrenal, su sueño sigue vivo a través de María del Pilar. Ella no solo ha continuado su trabajo en la finca, sino que también ha tomado las riendas del proyecto que él soñó: hacer de Vizcaya un paraíso donde la vida florezca en su máxima expresión.

María del Pilar es una mujer que transmite tranquilidad con solo mirarla. Sus ojos claros reflejan una sabiduría profunda, y su alma limpia se siente en cada palabra y gesto. Ella nos recibe con un abrazo cálido, un símbolo de su generosidad y amor por quienes la rodean. A su lado, su fiel compañera Laica, una perra de mirada tierna, la acompaña a cada paso, como un recordatorio de los lazos invisibles que unen a los seres humanos con la naturaleza.

 

El trabajo voluntario en ARA: Una huella que perdura

El compromiso de María del Pilar con la conservación no termina en su finca. A través de la estrategia de Acuerdos Recíprocos por el Agua (ARA), se ha sumado a una causa que va más allá de sus propios intereses. Para ella, el agua es vida, y contribuir a su conservación es una de las acciones más nobles que puede realizar.

En Vizcaya, la floración de los árboles no solo embellece el paisaje, sino que también alimenta a las abejas, que son aliadas fundamentales en el proceso de polinización. Los animales que habitan en la finca, como armadillos, zorros, pumas y guatines, se sienten seguros gracias al trabajo constante de conservación que realiza. Ver cómo la fauna regresa a la finca, sin temor a la caza, es una de las grandes alegrías de María del Pilar.
“Lo más hermoso es ver cómo, con el tiempo, los ecosistemas se regeneran, cómo los animales regresan a su hogar. Es un indicador claro de que estamos haciendo lo correcto”, afirma con orgullo.

ARA: Un acompañamiento vital para la conservación

El trabajo de María del Pilar ha sido respaldado por la estrategia de Acuerdos Recíprocos por el Agua (ARA), una iniciativa de la CVC que ha jugado un papel crucial en la conservación de la finca. Según Claribel Torres Giraldo, Técnico Operativo de la DAR Norte, ARA ha permitido que Vizcaya conserve más de 8 hectáreas de bosque protector y aísle nacimientos de agua vitales para la región. Además, se han implementado cercas vivas y un manejo sostenible de las pasturas, favoreciendo la biodiversidad y mejorando la calidad del agua.

“ARA ha sido fundamental para garantizar que proyectos como Vizcaya sigan siendo exitosos. Es una estrategia que no solo beneficia a los propietarios de los predios, sino a toda la comunidad, al proteger los recursos naturales de todos”, nos comparte Claribel, quien destaca el acompañamiento constante que ARA ofrece para regenerar los ecosistemas.

Vizcaya no es solo una finca; es un símbolo de lo que se puede lograr cuando el amor por la naturaleza se convierte en una prioridad. Gracias al trabajo de María del Pilar, el legado de su esposo y el acompañamiento de ARA, este rincón de la Tierra sigue floreciendo en paz con la naturaleza, dejando una huella limpia para las generaciones venideras.

Vizcaya, un futuro compartido

El compromiso de María del Pilar con la conservación no solo es una cuestión de legado familiar, sino también una apuesta por el futuro. Con la idea de complementar los ingresos de la finca, planea abrir las puertas de Vizcaya para el ecoturismo. Pero no se trata de cualquier tipo de turismo; ella desea ofrecer una experiencia íntima, respetuosa con el medio ambiente, para grupos pequeños de personas que deseen aprender sobre conservación y disfrutar de la belleza natural de la finca.

Es el momento de compartir sus conocimientos y experiencias con otros, para demostrar que es posible vivir en armonía con la naturaleza sin sacrificar el bienestar humano. En su corazón, María del Pilar sabe que está dejando una huella profunda para las futuras generaciones.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí