Hace apenas unos días, emprendimos un viaje hacia la hermosa Punta Bonita, en Buenaventura. Este, no es solo un rincón del Pacífico colombiano; es un santuario donde la vida florece en armonía, gracias a la dedicación y el amor de sus habitantes por la naturaleza. En el marco del Acuerdo Recíproco por la Conservación del Manglar, firmado hace 6 años con la Corporación Autónoma Regional del Valle del Cauca (CVC), esta comunidad está escribiendo una historia de resiliencia, transformando su entorno y, en el proceso, tocando los corazones de todos quienes tenemos el privilegio de conocer su labor.

Los manglares de Punta Bonita, con sus raíces enredadas como las manos de la tierra abrazando el mar, representan mucho más que un ecosistema costero. Son el corazón palpitante de la biodiversidad local, un refugio para numerosas especies marinas y un fortín contra la erosión y los efectos del cambio climático.

Durante nuestra visita, fuimos testigos de cómo los miembros de la comunidad se han unido para llevar a cabo el aprovechamiento de la piangua de forma sostenible, el monitoreo permanente en los esteros, llevando a cabo mediciones de cómo se recupera el manglar y la protección de las tortugas marinas. Todo esto es testimonio del compromiso y el esfuerzo de esta comunidad para asegurar un futuro más verde y saludable.

Cuidando el manglar
El Acuerdo Recíproco por la Conservación del Manglar ha sido un pilar fundamental en la labor de conservación de Punta Bonita. El acuerdo mencionado anteriormente no solo proporciona recursos y apoyo técnico, sino que también fortalece el vínculo entre las necesidades de la comunidad y la protección de su entorno natural. Se trata de una promesa compartida de cuidar y preservar lo que es esencial para la vida y la prosperidad de todos.

Es por esa razón que las piangüeras han decidido dejar descansar el manglar durante ciertos periodos de tiempo. De igual forma, han aprendido a identificar el tamaño adecuado de la piangua, ellas utilizan el piangüímetro para tal fin.

¿Pero, a qué se han dedicado mientras no están pianguando? Ellas nos cuentan esto y parte del trabajo que han realizado en estos baluartes costeros.

 

La magia de las tortugas marinas

Una de las experiencias más emotivas de nuestro viaje fue observar el trabajo dedicado a la protección de las tortugas marinas, que encuentran en las playas de Punta Bonita un lugar seguro para anidar. Vimos a los voluntarios de la comunidad vigilar los nidos con una devoción casi sagrada.

Cada huevo rescatado, cada cría liberada al mar es un símbolo de esperanza. La pasión con la que los habitantes de Punta Bonita cuidan de estas criaturas es palpable; su compromiso es una promesa de que la vida continuará prosperando en estas playas a pesar de las adversidades.

Los jóvenes, protectores del manglar

En este vibrante rincón del Pacífico vallecaucano, los jóvenes guardianes del manglar se alzan como faros de esperanza y dedicación. Su labor, un acto de valentía y amor por la naturaleza, se manifiesta en cada medición meticulosa y en cada esfuerzo por preservar el ecosistema vital que el manglar representa. Estos jóvenes, no solo monitorean la salud de los manglares, sino que también tejen un futuro más sostenible para las próximas generaciones.

Cada día, mientras el sol se refleja en las aguas del manglar, los jóvenes guardianes se adentran en el ecosistema para asegurar que cada rincón del manglar reciba el respeto y la protección que merece. Su labor no solo implica mediciones precisas o un monitoreo estructurado, sino también la preservación de un equilibrio delicado, que sustenta la vida de innumerables especies y el bienestar de sus comunidades.

¿Qué gana la comunidad con estos acuerdos?

Juan de Jesús Salazar Wagner, Profesional Especializado de la CVC y Coordinador de la campaña por el orgullo de los manglares nos lo cuenta…

 

Un legado de amor y esperanza

Nuestro viaje a Punta Bonita nos ha dejado una profunda alegría. Punta Bonita no solo está salvaguardando los manglares y las tortugas marinas; está creando un legado de esperanza y sostenibilidad.
Nos alegra ver también la visión de aprovechamiento sostenible que tienen de su territorio. Además de lo que hemos contado hasta ahora, vimos con gran entusiasmo que se están organizando para promover, a futuro, el avistamiento de babillas. Todo esto con un enfoque de turismo de naturaleza.
Nos vamos de Punta Bonita con el corazón lleno de gratitud y admiración. Esta comunidad nos ha mostrado que, con dedicación y amor, incluso los desafíos más grandes pueden ser superados. Punta Bonita es, sin lugar a dudas, un faro de esperanza y un ejemplo brillante de devoción hacia la tierra, que ha sido el hogar de sus ancestros y que ellos han decidido proteger para las generaciones futuras.

Redacción: Diego Fernando Vélez Navia, Comunicaciones CVC

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